Thursday, June 3, 2010

ACERCA DE LOS PAPÁS

Ahora con lo del día de papá que se aproxima, conviene hablar acerca de los que nos trajeron al mundo. Uno no entiende el significado de ser papá, hasta que se convierte en uno.

Recuerdo los días, porque yo mismo tenía dudas o probablemente no contemplaba la idea. La magnitud. Simplemente, no me veía en el rol. Conozco una que otra persona que al enterarse de que iba ser papá, soltó lágrimas, no de felicidad, sino de miedo, huyó.

Es un trabajo importante.

“Cuando te haces papá”, me dijo mi mamá, “ya no vuelves a dormir igual, pero te haces una mejor persona”.

Admito que no me veía en el rol. No lo veía factible. La responsabilidad. Pero las cosas cambian, y bien dicen, los bebés traen la torta debajo del brazo. Los míos trajeron bendiciones.

Ser papá es un trabajo de vida e implica ganarse la vida. Lo he visto en varias personas a mí alrededor en esta frontera. Personas que han tenido que buscar su suerte en partes alejadas, llevando a cabo vidas que no son del todo agradables.

Ser papá, al final del día, es sacrificio.

Suena a cliché, pero es cierto. Ya no se está solo. Ya no se es bachellor, ya no se es la pareja eterna de una mujer. Ahora la vida implica a segundos, terceros. Un juego complicado, pero que trae multiplicidad de satisfacciones y bendiciones.

Historias abundan. Muchos las han de conocer. Hombres que trabajan en Estados Unidos, que se levantan a las tres o cuatro de la madrugada, para hacer la cola y cruzar la frontera, cuando aun no sale el sol. Empezar el día laboral, cuando su familia apenas abre los ojos.

“People in TJ go through a lot of hardship”, me dijo un amigo norteamericano que ha presenciado estas rutinas de tijuanenses que laboran en Estados Unidos.

Hardship: privación. La palabra adecuada podría ser: calvario, viacrucis.

Solo atiné a asentir, agradeciendo que por fin alguien valorara estos sacrificios.

Después de pasar diez o doce horas alejados de sus casas, estos hombres regresan con el cuerpo y la energía drenada, pero una sola sonrisa, una sonrisa de los hijos, ese jubilo que brilla en los ojos, es suficiente para hacer olvidar. He ahí el secreto.

Y con esa misma facilidad, la viacrucis se repite al día siguiente. Un calvario que dura años, que se convierte en estilo de vida (unos terminan por mudarse a Estados Unidos). O papás que trabajan en otras partes, y permanecen alejados de sus familias por semanas, incluso meses. Hay que pagar la renta, la hipoteca, la colegiatura. Hay cosas que pagar. Alguien las tiene que pagar.

La soledad no tiene amigos.

Lo viví unos años. Estuve alejado de mi familia. Se vive solitariamente, de forma paralela al recuerdo de esa otra vida. Uno quisiera compartir las cosas que uno hace con los suyos, pero ellos están en su casa, y uno está alejado, comiendo solo, haciendo ejercicio solo, yendo al cine solo. Uno se acostumbra.

Dos vidas, dos realidades, una felicidad dolorosa. El sacrificio de los papás que viven a deshoras.

El trabajo de una vida.

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Originalmente publicado aquí

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